Orei

"La violencia afecta las oportunidades de aprendizaje y es uno de los factores más expulsores de la secundaria"

En esta entrevista, la oficial de Asuntos Sociales de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Daniela Trucco, comenta los retos para disminuir los altos niveles de deserción escolar en la región y propone que las políticas de enfrentamiento a la violencia en las escuelas aborden las múltiples dimensiones de este fenómeno

Adolescentes y jóvenes indígenas, afrodescendientes, con discapacidades, que pertenecen a las capas más pobres y que trabajan o viven en zonas rurales son las/los que tienen mayor riesgo de exclusión o rezago escolar en América Latina y el Caribe.

Entre los 13 y 14 años, una/o de cada seis jóvenes no asiste a la escuela. De este grupo, la mayoría asistió pero abandonó definitivamente el sistema educativo, como destaca la publicación Adolescentes y jóvenes fuera de la escuela – las demandas para una enseñanza secundaria garante de derechos en América Latina y el Caribe, desarrollada por la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE), con el apoyo de Unicef. [Para conocer la íntegra esta publicación, cliquea aquí.]

Distintos estudios muestran que son múltiples las barreras de exclusión y de discriminación que operan en los ámbitos económicos, socioculturales, pedagógicos, políticos y organizacionales del sistema educativo.

OREI entrevistó a Daniela Trucco, oficial de Asuntos Sociales de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), sobre los factores que impiden el acceso y la permanencia en este nivel de enseñanza y el desafío de enfrentar la violencia en las escuelas y en el entorno escolar.

El tema de los altos niveles de deserción escolar es uno de los más importantes cuando se aborda la educación secundaria en América Latina y el Caribe. En nuestro contexto regional, ¿cuáles son las políticas que deberían ser implementadas para estimular el reingreso de los y las adolescentes que dejaron la escuela y garantizar que permanezcan en ella y puedan concluir su trayectoria escolar?

En base a los estudios que hemos hecho sobre la secundaria, se puede identificar una serie de retos específicos para disminuir esta deserción. Hay casos en que los países tienen cobertura amplia y la deserción está muy reservada a núcleos duros de pobreza más estructural, mientras que en otros países hay dificultades geográficas, o sea, la oferta educativa se concentra más en zonas urbanas y los chicos/as tienen que moverse para seguir estudiando. En muchos países, recién la secundaria es obligatoria y la oferta del Estado aún no es masiva.

Otro factor es el origen étnico y hay razones culturales por las cuales ciertas poblaciones están fuera del sistema. Por ejemplo, en ciertos grupos indígenas rurales se espera que los/as jóvenes y adolescentes se incorporen al trabajo agrícola familiar o al trabajo doméstico, en el caso de las mujeres. Son factores de postergación que hay que analizar y diferenciar en términos de los programas que atañen.

En este sentido, una estrategia que vale la pena extender hacia la secundaria son las transferencias de ingresos condicionadas a las familias. Y otros apoyos que pueden facilitar a las familias a postergar la continuación de los estudios de sus hijos/as, como políticas de transporte o de útiles educativos.

Nosotros también hemos identificado algunos grupos que necesitan atención especial, especialmente en la consideración de género. Las madres y las adolescentes embarazadas son un grupo de alta deserción en nuestra región. A pesar de que muchos de los países tienen legislación específica para eliminar la discriminación y facilitar la continuación de los estudios, hay mucho por hacer en ese sentido. Son necesarias políticas de educación sexual y reproductiva y de prevención del embarazo adolescente, así como políticas y programas que favorezcan la continuidad de los estudios durante la maternidad. Y también estrategias para incorporar un enfoque de igualdad de género, que involucren a los hombres en su responsabilidad en el proceso de crianza para que esto no sea una carga sólo para las niñas.

En algunos países, la deserción llega a ser sorprendente – como es el caso de Uruguay donde, pese el nivel de desarrollo y la tradición educativa que tiene ese país, la tasa de deserción es altísima y alcanza casi 40% de los/as adolescentes –, lo que nos lleva a repensar el tema de la oferta educativa en términos de calidad. Hay que pensar en tener mayores oportunidades para talentos, en la redefinición de los contenidos y su pertinencia de acuerdo a los distintos públicos, así como en una mayor participación de los/as jóvenes y un ajuste cultural sobretodo en la alta secundaria, que fue concebida en su origen como un tipo de formación para la élite y para la competencia. Sin embargo, han ocurrido procesos amplios de masificación en muchos de los países de la región. Entonces, hay una primera generación frecuentando esos años educativos y se produce un choque cultural entre la cultura escolar y los/as adolescentes. Ahí ocurren conflictos que son necesarios abordar y ajustar.

Por último, en términos de la calidad de la oferta, especialmente considerando el tema de la inclusión social, pensamos desde la CEPAL que es importante dar una atención especial a los procesos de formación para el trabajo y la formación técnica vocacional.

Los datos sobre la violencia en las escuelas indican que el problema está muy presente en la vida cotidiana de los y las adolescentes, que se ven afectados/as por situaciones de violencia de género, contra las personas LGBTI, por discriminación por raza, etnia o clase social. Además, este es un fenómeno que se manifiesta de distintas maneras en sus formas física, verbal o simbólica entre pares y en las relaciones entre estudiantes y docentes. ¿Cuáles son las medidas necesarias para que el centro educativo se torne un espacio seguro y que promueva el respeto a la diferencia?

Este tema de la violencia es muy complejo y transversal a todos los países y a todos los grupos sociales. Hay que entenderlo de manera multidimensional. Los/as jóvenes se enfrentan a múltiples espacios de violencia en sus contextos. Vemos con distintos estudios como eso afecta las oportunidades y los procesos de aprendizaje de manera muy importante y, probablemente, en algunos sectores ese es uno de los factores más expulsores de la secundaria.

La violencia interna en la escuela, que se ha destacado más en los medios de comunicación, son las burlas o el bullying, en inglés. Pero las violencias son de distintos tipos y también tienen que ver con las relaciones entre los actores de la comunidad escolar. Se produce no sólo entre pares, pero también entre las personas adultas a cargo y los/as jóvenes, de ida y de vuelta.

Al mismo tiempo, la escuela es una de las fuentes primarias para prevenir la violencia, que puede venir de relaciones autoritarias en los hogares o de casos de violencia intrafamiliar. Hay que trabajar con la comunidad escolar porque uno esperaría que tanto la escuela sea este refugio de convivencia sana y protegida de los/as estudiantes, como una fuente de modelos para la resolución de conflictos de manera pacífica. Y la mejor manera no es exclusivamente a través de los currículos, con contenidos sobre formación cívica, sino que mucho más con las prácticas, o sea, es importante que no hayan relaciones disciplinarias autoritarias o violentas.

Estamos en una región en que histórica y culturalmente es aceptada la resolución violenta de los conflictos. Transformar esos valores es importante y muy difícil. Hay estrategias en las escuelas que han funcionado en el nivel micro y que trabajan con los/as propios/as estudiantes como mediadores de conflictos entre pares. Otro aspecto es tener una legislación que permita garantizar la protección de las comunidades estudiantiles fuera de la escuela, donde se pueda recurrir en casos de que la violencia venga de la propia institución. Es necesario tener en cuenta que muchas de las relaciones violentas están relacionadas con una base profunda de discriminación y de intolerancia hacia al otro diferente. La participación de los/as estudiantes, de las familias, de la comunidad escolar, es importante en la formulación del consenso sobre códigos de convivencia internos a la organización escolar.

Hay países donde la violencia del entorno de las escuelas es muy fuerte y la situación se vuelve inmanejable, por ejemplo cuando las pandillas extorsionan a los/as estudiantes a cometer conductas ilegales o criminales, y la pandilla “entra a la escuela”, digamos. Ese caso requiere otro tipo de intervención porque a la escuela no se le puede cargar toda la responsabilidad de situaciones que son estructuralmente muchos más avasalladoras.

Los análisis indican que menos jóvenes de las capas más pobres asisten al nivel secundario y ellos/as tienen menos chances de seguir sus estudios. ¿Podría presentarnos su mirada sobre las barreras socioeconómicas que se imponen a estos/as adolescentes y la escasez de la oferta amplia y gratuita de la secundaria?

No todo los países han asumido la alta secundaria como un nivel obligatorio aún por ley, eso quiere decir que todavía no están obligados a tener oferta gratuita. Entonces, avanzar en eso – especialmente en los países centroamericanos – es muy importante. Ese es el primer paso que permite asignar recursos públicos para aumentar la infraestructura y llegar a territorios más aislados. Creo que también hay que pensar en la posibilidad de flexibilizar algunos tipos de oferta educativa secundaria en algunos países. El tema de la tecnología de la información puede ser aprovechado de manera importante pero no de manera automática porque tiene que haber una línea de reflexión seria al respecto.

La adopción de las Agendas de Desarrollo y Educación 2030 ha significado un importante hito en el campo educativo en lo que toca a los compromisos de los países en garantizar una educación pública, equitativa e inclusiva. ¿Cuáles son los principales desafíos para la implementación de esa agenda en nuestra región, con énfasis en la educación secundaria?

El aspecto más importante y más difícil de cambiar– y que por fin está incluido en la Agenda de Desarrollo – está relacionado a la calidad de la formación. Eso pasa por caminos distintos de apoyo. Tiene que ver con el aspecto curricular, que es mejorar la secundaria en términos de cuáles son las competencias que se requieren en este nuevo mundo que van enfrentar estas generaciones tanto en los sectores productivos como ciudadanos. Hay un desafío para esta formación de competencias más transversales que permita a las nuevas generaciones seguir aprendiendo a lo largo de su vida, porque el conocimiento y la información seguirán cambiando de forma extremadamente rápida y conectada.

Además, hay que trabajar con los/as docentes de todos los niveles de enseñanza y reflexionar sobre la carrera, la formación, los salarios, el prestigio, y un montón de frentes que representan uno de los puntos clave a desarrollar para los procesos de aprendizaje.

Iniciativa:

Oficina de la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación | Av. Prof. Alfonso Bovero, 430, conj. 10 – Perdizes, São Paulo, 01254-000, Brasil Tel. +55 11 3853-7900 | orei@campanaderechoeducacion.org

¡SIGUE NUESTRAS REDES SOCIALES!