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“Las actividades culturales mejoran la convivencia, aumentan la autoestima y redundan en beneficios vinculados a la historia de cada uno”

La CLADE entrevistó a Alejandra Plantel, técnica y coordinadora audiovisual de la Usina Cultural de Paysandú que se encuentra en la cárcel departamental de Paysandú, en Uruguay. En esta charla, ella comenta los desafíos y potencialidades de la labor de estimular la producción audiovisual, el disfrute y la expresión artística y cultural en los contextos de privación de libertad

Alejandra Planel es la técnica y coordinadora audiovisual de la Usina Cultural de Paysandú que se encuentra en la cárcel departamental de Paysandú (Centro de Rehabilitación de Paysandú, Unidad N° 16), en Uruguay. La Usina se inauguró en el mes de diciembre de 2011 mediante un convenio entre el Ministerio de Educación y Cultura y el  Ministerio del Interior. El objetivo fundamental que se deja de manifiesto en dicho convenio y común a las políticas de ambos Ministerios, es promover el desarrollo de los derechos culturales inherentes a las personas privadas de libertad. Su componente fundamental es la creación audiovisual, contando con el equipamiento necesario para esta tarea. También desde la Usina se promueve y apoya a otros espacios de educación no formal y actividades culturales ya sea provenientes del Ministerio de Educación y Cultura como de otros ámbitos, incluyendo la participación voluntaria de personas que desean contribuir desde su saber y su arte.

“Creemos que estas experiencias mejoran la convivencia, aumentan la autoestima y redundan en beneficios que están íntimamente vinculados a la historia personal de cada uno. Sabemos que cualquiera sea la actividad que se realice, tocar un instrumento, bailar, pintar, actuar, cantar, hace sentir pleno a cualquier ser humano, esto en el contexto de encierro creo que se potencia aún más y otorga sobre todo felicidad”, afirma Alejandra Planel, quien trabaja en el proyecto desde su inicio, con otros integrantes del programa: Gabriel Grau y Dario Lapaz. Mira a continuación la entrevista completa.

¿En tu mirada, cuál es la importancia de la práctica y el disfrute de actividades culturales y artísticas en los contextos de encierro?
Alejandra Planel  – Principalmente intentamos que el momento de encuentro que tenemos con la actividad que nos convoca genere un cambio, un entusiasmo, un alivio.  Me da muchísima alegría cuando al otro día viene un chiquilín y te muestra que escribió páginas sobre una idea que le quedó dando vueltas después del taller o te cuentan que se quedaron hablando hasta tarde y se imaginaron cómo van a filmar la siguiente escena del cortometraje. O ensayaron en su celda los parlamentos de los personajes. Lo más importante de la educación artística en este contexto, es que una vez que se inocula una idea que es genuinamente nacida del colectivo, difícilmente quede reducida solo al ámbito del taller, habitualmente trasciende cualquier aula y convive contigo multiplicándose e involucrando a otros.

Creemos que estas experiencias mejoran la convivencia, aumentan la autoestima y redundan en beneficios que están íntimamente vinculados a la historia personal de cada uno. Sabemos que cualquiera sea la actividad que se realice, tocar un instrumento, bailar, pintar, actuar, cantar, hace sentir pleno a cualquier ser humano, esto en el contexto de encierro creo que se potencia aún más y otorga sobre todo felicidad.

¿Cuántas personas privadas de libertad participan actualmente del proyecto? ¿Participan hombres y mujeres por igual? ¿Qué franja de edad tienen?
Alejandra – Los procesos de creación audiovisual que se proponen actualmente en la Usina tienen una duración anual. Se transita por todas las etapas de la realización audiovisual (creación del guión, ensayos con actores, preparación de vestuario y locaciones, rodaje, etc.). Además paralelamente se brinda a los usuarios formación en el manejo técnico de equipos y también en el estudio estético de la imagen. Estos procesos hacen que la cantidad de personas que participan en un proyecto sea variable según la etapa en la que se encuentra el mismo, permitiendo que cada uno encuentre su potencialidad. Por ejemplo: el que se siente cómodo con la escritura tal vez no se sienta a gusto con el manejo de cámara. Es por este motivo que han llegado a participar hasta 80 personas en un mismo proyecto, pero en diferentes etapas del mismo. Actualmente la participación en la Usina, por motivos internos del establecimiento, está limitada a 10 participantes. Las condiciones de acceso a la Usina son las mismas para hombres y mujeres, sin embargo la participación de las mujeres es menor que la de los hombres. En cuanto a las edades, se trabaja mayoritariamente con población entre los 18 y 30 años. Las características mencionadas de los usuarios, están directamente relacionadas con las características generales de la población del establecimiento.

¿Si tuvieras que identificar los impactos que esta iniciativa representa para  las personas privadas de libertad, cuales destacarías entre los más significativos?
Alejandra – Principalmente, los usuarios de la Usina encuentran un espacio completamente novedoso, ya que nunca han tenido acceso a herramientas  audiovisuales, ni han participado de un proceso artístico – creativo. Encuentran en la Usina la posibilidad de expresarse libremente mediante el nuevo lenguaje que incorporan. La mayoría de los usuarios con los que se trabaja, antes de estar privados de su libertad, tuvieron experiencias insatisfactorias en el marco de la educación formal por diversos motivos y se descubren a sí mismos mediante el aprendizaje del lenguaje audiovisual, como capaces intelectualmente porque encuentran maneras de realizarse y superar sus frustraciones adquiriendo nuevos conocimientos y habilidades.

¿Cómo te vinculaste a éste proyecto? ¿Desde cuándo trabajas con educación en contextos de encierro y a qué disciplinas te dedicas actualmente?
Alejandra –  La experiencia de la Usina es mi primera experiencia en contexto de encierro y comencé mi tarea el día en que la Usina se inauguró, sin saber absolutamente nada al respecto. Mi formación profesional es de las Ciencias de la Comunicación con énfasis en el audiovisual. Tal vez como la mayoría de las personas, nunca había pensado con detenimiento en la privación de la libertad, era algo que estaba muy lejano a mi realidad. Felizmente encontré dentro y fuera del establecimiento muchas personas que me ayudaron a comprender el contexto y me facilitaron mi tarea. Los primeros internos que participaron en la Usina me ayudaron a adaptarme, sobre todo durante los primeros meses, cuando descubrimos juntos las metodologías de trabajo, las posibilidades del proyecto y le dimos entre todos un rumbo. Desde entonces me sentí muy afortunada de que me eligieran para este trabajo y hoy estoy muy agradecida de todo lo que he tenido la posibilidad de aprender y transmitir a otros.

¿Cuáles son los desafíos y oportunidades que encuentras específicamente para ejercer tu trabajo en dichos contextos?
Alejandra – Este año sucede algo particular que es que el mayor desafío se ha transformado en nuestra mejor oportunidad. Durante todo el 2015 hemos realizado en la Usina la producción de un cortometraje, que está basado en un cuento del escritor argentino Eduardo Sacheri, titulado “El Rulo y La Muerte”. Diferentes circunstancias han hecho de este un proceso muy difícil, repleto de complejidades. No hemos podido filmar en los lugares elegidos, algunas veces se planificaba con mucho tiempo y llegado el momento no nos daban autorización para poder llevar a cabo la filmación. Las dificultades hicieron que perdiéramos mucho tiempo, algunos actores recuperaron su libertad y ahora es difícil juntarlos para que filmen y muchas cosas más. Sin embargo nos focalizamos, junto con todos los asistentes de la Usina, en visualizar la oportunidad y no la frustración. Esto hizo que surgiera la capacidad de improvisación y adaptación de las ideas, llevó al límite la creatividad y multiplicó el trabajo. Lo que se creía terminado, hubo que hacerlo otra vez, nos enojamos, nos alegramos y nos iluminamos. Me deja como reflexión que enfrentar los desafíos y superar las dificultades son oportunidades para aprender y conocernos mejor.

¿El rol de las autoridades carcelarias y del conjunto del funcionariado penitenciario, qué tan importante es para desplegar iniciativas de ésta índole?
Alejandra – Es sumamente importante, puede haber miles de políticas sociales, culturales, educativas llevadas adelante con excelentes intenciones y resultados, pero finalmente en el trabajo cotidiano en este contexto, todo se reduce al poder. El poder lo tiene tanto la persona que maneja una llave y con esa llave se abre o se cierra una reja, como quien dirige un establecimiento. La reja abierta o cerrada te condiciona qué interno pudo acceder ese día al taller, cuántos minutos esperaste antes de poder comenzar a trabajar, cómo es el trato humano que reciben las personas, etc. La Dirección de un establecimiento puede tener más o menos afinidad con la tarea que se lleva adelante y aunque muestre buenos resultados puede generarle miles de dificultades en un segundo. Finalmente en el acontecer cotidiano, todo se reduce a un par de personas que toman las decisiones que influyen en la ejecución de los proyectos en general, muchas veces poniendo en peligro su continuidad, como en el trabajo cotidiano, produciendo fuertes desgastes tanto en los docentes como en los participantes.

¿Qué tipo de apoyo y/o recursos necesitas para mejorar la realización de tu trabajo?Alejandra – Pienso que lo fundamental para cualquier persona que trabaja diariamente en este contexto es contar con un equipo humano que comprenda la importancia de las actividades educativas y culturales y que pueda fomentarlas dándole proyección y apoyo real dentro del establecimiento. Considero que en esta tarea debe ser igual de valiosa la formación y experiencia que pueda tener una persona como su sentido vocacional. Es muy difícil sostener un buen trabajo en este contexto sin vocación de servicio y afecto tanto por lo que a uno le toca hacer, como por los demás.

También considero que debería ser prioritaria la inversión en espacios edilicios adecuados para el alojamiento de las personas y para el desarrollo de la educación, la cultura y los proyectos laborales.

¿Qué te gusta y qué cambiarías en la educación en contextos de encierro hoy en día?Alejandra – Lo que más disfruto de mi trabajo es compartir la alegría que producen los procesos de realización que llevamos adelante y ver cómo individualmente cada participante descubre sus potencialidades. Cambiaría los mecanismos que hacen que los procesos educativos que comienzan en el encierro se trunquen cuando la persona recupera su libertad, cuando por el contrario deberían potenciarse.

¿Qué recomiendas para que este tipo de iniciativas de promoción del derecho a la cultura y a la educación en contextos de encierro sea más pertinente y relevante en tu país?  Alejandra – La producción audiovisual, que es lo que hace concretamente la Usina creo que es muy valiosa para generar un cambio, porque no se trata de la mirada del otro, el libre, sobre el castigado, el preso. Se trata de personas, que aunque privadas momentáneamente de su libertad, son productores de miradas, discursos, expresividades, contenidos, sobre sí mismos y sobre nosotros, los que leemos esto, los que opinamos sobre ellos. Este cambio de roles que produce el acceso a la producción cultural de los más oprimidos, ojalá pueda con el tiempo, conmover a los más duros, reinventar las ideas de los que ya estamos convencidos para que no se extinga el diálogo y afectar positivamente a los que toman las decisiones.

Visita el canal de las Usinas Culturales en Youtube:

Para conocer más sobre este proyecto a nivel nacional acceda al enlace: http://cultura.mec.gub.uy/innovaportal/v/35408/8/mecweb/usinas-culturales?leftmenuid=35408

 

Iniciativa:

Oficina de la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación | Av. Prof. Alfonso Bovero, 430, conj. 10 – Perdizes, São Paulo, 01254-000, Brasil Tel. +55 11 3853-7900 | orei@campanaderechoeducacion.org

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